¿Qué es una Jaima?
Jaima viene de la palabra árabe “Haymah”, es una típica tienda de campaña usada por pueblos del desierto. Una jaima es una tienda de campaña, carpa o casa de campaña, es una pequeña casa portátil de origen Árabe, que está destinada a ser colocada en el desierto para albergar una o más personas.
La jaima es una tienda de campaña de pelo de camello, cabra, esparto o palmito, montada sobre mástiles atirantados con cuerda. Es la vivienda de los nómadas del desierto. En ella las familias nómadas hacen su vida común, comen, duermen y pasan su tiempo libre.
La cocina se sitúa en el exterior, en un pequeño tinglado junto a la jaima donde cocinan la comida y hacen el pan bajo la arena. El interior de la jaima alberga todo tipo de utensilios para la vida cotidiana como alfombras de colores para aislarse del suelo y aportar calidez en la noche. Baúles o pequeños muebles para guardar las pertenencias y mesas de escasa altura que sirven para comer o tomar el té sentados en el suelo.
Alrededor podemos apreciar numerosos utensilios cotidianos para la actividad artesanal que deben realizar cada día: molinos y morteros para moler cereales y elaborar pan; fuelles para avivar el fuego; hornillos para calentarse o anafes para cocinar; cántaros para almacenar el agua; ahumadores para ahuyentar a los insectos o peinadores para lana o pieles.
Sin faltar la tetera cargada de té en sus bandejas que ofrecen siempre al visitante amablemente. Mientras el hombre pasa días con el ganado en zonas más lejanas, la mujer permanece con sus hijos en la jaima. El sistema de la jaima bereber pretende ser ligero para facilitar su montaje y desmontaje debido a que es su mayoría son usadas por familias nómadas del desierto.
Adentrarse en el desierto y vivir la nostalgia y la aventura del nomadismo, disfrutando incluso de la austeridad es una experiencia inolvidable, dormir en jaimas bajo el cielo en el desierto del Sahara.
El poeta Abadila Hasanna, que escribe en el dialecto saharaui hasaniya, cuenta que:
“El hombre del desierto tiene un fuerte vínculo con la jaima, que simboliza la generosidad y que siempre ha significado un punto de referencia visual para nómadas que atraviesan las inmensidades del desierto”.
La estructura de una jaima se basa en un mástil central y en su perímetro, postes de la misma altura distribuidos por todo el perímetro y su longitud oscila entre 6 o 12 metros, dependiendo de si es una familia numerosa o no.
La forma de la jaima tiene la función de prevenir contra el viento árido del Sáhara, así es que la entrada a la vivienda se coloca en dirección contraria al viento, formadas por tres postes, dos colocados verticalmente y una viga atravesada arriba de forma horizontal; del mismo modo que su composición impide la entrada de las raras lluvias de invierno.
Por dentro, está dividida en dos partes: una destinada a las mujeres y otra a los hombres, donde se suele recibir a los huéspedes.
Tipos de Jaimas
Solo hay dos tipos de Jaimas las de lujo y las que no lo son.
La tradición de la jaima
Tradicionalmente eran las mujeres las que se encargaban de hacer la jaima, las cosían usando lienzos hechos con pelo de cabra y de camello. En la actualidad, a pesar de que existen jaimas modernas que no pesan tanto, muchos saharauis siguen aferrados a las tradicionales, que transportan encima de un dromedario o en sus todoterrenos.
Las jaimas se ordenan en grupos compuestos de más de cuatro carpas llamadas “frig”, porque no es común ver una sola jaima aislada en el Sáhara. Los nómadas establecen sus jaimas en un lugar donde haya pasto y que esté cercano a un punto de agua. La unión del hombre saharaui con su medio natural se completa con la profunda relación que mantiene con el dromedario.
Este animal no es únicamente un medio de transporte en las profundidades del desierto o el que proporciona leche, carne y lana, es también un compañero de viaje que orienta al nómada incluso hacia el lugar del agua. Antes, los saharauis usaban al dromedario para desplazarse o viajar por rutas impracticables. Ahora, los dromedarios han sido paulatinamente sustituidos por medios más cómodos y más rápidos, como los vehículos todoterreno.
Para reavivar y salvaguardar la cultura del nomadismo saharaui, Marruecos organiza cada año el musem o festival de Tan Tan, ciudad marroquí pegada al desierto y que antaño fue un lugar de intercambio comercial entre diferentes tribus de la región. El festival es conocido como “amuguer”, palabra que marca el comienzo del ciclo agropastoral.
El festival tiene como objetivo poner de relieve la diversidad y riqueza patrimonial de la cultura saharaui, aunque Marruecos aprovecha la cita para añadir un mensaje político al proclamar su soberanía sobre todo el territorio saharaui, incluida la parte del Sáhara Occidental.
Alrededor de la llamada Plaza de la Paz y la Tolerancia, los organizadores levantan “jaimas temáticas” para representar una muestra de las costumbres y estilo de vida de los saharauis, mientras que el centro de la plaza está reservado a un desfile y concursos de calidad de dromedarios, junto a otros juegos hípicos.
La vida En La Jaima
Va desapareciendo una forma de vida de nomadismo puro, aunque la palabra no es exacta, si se entiende en el sentido de búsqueda de pastos al azar: más correcto es el término transhumancia.
La gran mayoría de la población bereber no es nómada. Pero la transhumancia a corta escala es algo tradicional en todas las cordilleras de Marruecos.
En el Medio Atlas, más al norte, los pastos de verano en las cumbres a menudo distan sólo unos pocos kilómetros de las casas de invierno y los campos de cebada que aseguran la subsistencia.
Pero la jaima árabe es ineludible, ya que toda adolescente debe aprender a hilar la mezcla resistente de lana de oveja y cabra para luego tejer las largas tiras de tela que se irán cosiendo, pieza por pieza, para formar la tienda que será su dote, su pasaporte para la formación de una familia propia.
Una tela especial: se afloja bajo el sol para permitir el paso del aire y mantener fresca la tienda, pero se contrae con las primeras gotas de lluvia y se convierte, bien tensada, en un techo resistente al agua.
Las suaves cúpulas de las tiendas oscuras, sobre postes de madera de cedro o de enebro, siguen salpicando los montes. Las cañadas se cubren del polvo de olvido, pero sigue, así sea un par de meses al año, la vida bajo la jaima.