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Jerusalén Ciudad Santa: Prueba de su herencia común judíos, cristianos y musulmanes atestan las antiguas calles de Jerusalén, ciudad que ha vivido violentas disputas.

Dentro de las antiguas murallas de Jerusalén, reconstruidas hace cuatro siglos por el sultán otomano Solimán el Magnífico, se alzan tres prominentes santuarios de las tres grandes religiones monoteístas:

  • el Muro Occidental (mejor conocido como muro de los lamentos),
  • la iglesia del Santo Sepulcro y
  • la Cúpula de la Roca.

Judaísmo, cristianismo e islamismo se unen en este antiguo lugar.

Jerusalén Tierra Santa

Jerusalén era apenas un modesto poblado en las montañas del Desierto de Judea cuando David la arrebató a jebuseos en 1005 antes de Cristo para declararla capital de su reino, Israel, que se extendería desde el mar Rojo, en el sur, hasta el río Eufrates, en el norte.

Cuando Salomón su hijo, construyó el primer templo dentro de las murallas de la ciudad para albergar las tablas de piedra inscritas con los 10 Mandamientos que recibió Moisés, Jerusalén se volvió sagrada para la religión judía.

En 587 antes de Cristo, Nabucodonosor, rey del mayor imperio de Asia occidental, sitió la ciudad. Destruyó el Templo de Salomón y esclavizó a los judíos en Babilonia, su capital. Los exiliados que volvieron más tarde reconstruyeron el templo en 520 antes de Cristo, que se mantendría en pie durante más de 500 años bajo sucesivos dominios extranjeros. Fue reconstruido nuevamente en el año 19 antes de Cristo, esta vez por Herodes el Grande, cuyo nombre quedó asociado para siempre con la “matanza de los Santos Inocentes”. Según la Biblia, dispuso la muerte de una generación de infantes por haber oído del nacimiento de un niño destinado a ser rey de los judíos. Este edificio sobrevivió hasta 70 después de Cristo, cuándo fue sistemáticamente destruido por los romanos tras una rebelión judía.

Lo único que resta hoy del templo de Herodes es el Muro Occidental, el lugar más sagrado de la Tierra para el pueblo judío. Su nombre popular, Muro de los Lamentos, deriva de la tradición judía de llorar el destino de los exiliados y la destrucción del templo mientras oran frente a las veneradas piedras del muro. Muchos fieles introducen oraciones escritas en las grietas de la pared y, por lo tanto, en el templo sagrado, en la creencia de que sus palabras se elevarán directamente hasta Dios.

La zona de Monte Moriah donde Salomón eligió el primer templo es tan Sagrada y preciosa para los musulmanes como para los judíos. En 638, apenas 6 años después de la muerte del profeta Muhammad (Mahoma 570-632), el califa Omar, líder musulmán, conquistó la ciudad y la proclamó recinto sagrado del Islam. En la cima del monte hay un crestón rocoso de 4 m de alto, desde donde, se dice, Muhammad subió al cielo en una escalera de luz acompañado por el Arcángel Gabriel para recibir instrucciones sobre su misión en la Tierra. Los musulmanes creen que, en vísperas del fin de los tiempos, el primer llamamiento al juicio se hará desde esta roca.

Sobre el risco se levanta la Cúpula de la Roca, el templo islámico más antiguo que existe y, tras La Meca y Medina, el tercer sitio en importancia religiosa para los musulmanes. De planta octogonal, posee una centelleante cúpula, y fue levantado entre 687 y 691 y diseñado interna y externamente de acuerdo con los estrictos principios matemáticos de armonía y equilibrio. La base de los muros de apoyo está decorada con mármol, mientras que la parte superior contiene 45.000 azulejos vidriados. La cúpula, para muchos el símbolo más memorable de la ciudad, era originalmente de madera recubierta con hojas de oro puro. La actual, de aluminio con aleación de oro y adornada con versículos del Corán, fue terminada el 1963.

La historia de la iglesia del Santo Sepulcro, que señala el punto donde José de Arimatea sepultó a Jesus en una tumba cavada en una roca, se remonta a 135 después de Cristo, cuando el emperador romano Adriano arrasó Jerusalén y levantó un templo a Venus sobre este sitio sagrado.

Cuando Elena (luego Santa Elena), madre de Constantino el Grande, primer emperador cristiano, hizo una peregrinación histórica a Jerusalén en 326, identificó la tumba bajo el templo con la ayuda del obispo griego Makarios.

Constantino hizo demoler el templo y erigir la basílica, un grupo de edificios dentro de una estructura rectangular. En el centro de este conjunto, consagrado en 335, se hallaba un santuario circular que cubría la tumba de Cristo (la Tumba Redonda). Otros edificios eran un patio enclaustrado —el Gólgota o Calvario, donde Jesús fue crucificado— y una iglesia llamada en Martirio, donde se oficiaban misas.

El mapa de Madaba, un mosaico del siglo VI hallado en 1884 en la iglesia de Madaba, en Jordania, incluye el primer croquis conocido de Jerusalén, en el que aparece la Basílica de Constantino. Más allá está la Tumba Redonda y, en un amplio espacio marcado con una cruz, el Gólgota.

Estos tres grandes símbolos cristianos fueron finalmente reunidos bajo el mismo techo en el siglo XII, cuando, tras la destrucción, restauración y nueva devastación de la Basílica de Constantino, los cruzados levantaron una espléndida iglesia románica, consagrada en 1149.

Edificada después del sismo de 1927, la actual iglesia del Santo Sepulcro es fiel reproducción de la de los cruzados. El significado religioso de este complejo de monasterios, capillas y tumbas es tal que 6 comunidades cristianas —la Católica Romana, la ortodoxa griega, la siria, la etíope, la armenia y la copta— comparten su mantenimiento y orán allí codo a codo.

Desgarrada por conflictos políticos y religiosos, la historia de ensaña hoy contra Jerusalén tierra santa. Muchos siguen considerándola ciudad de Dios, pero estas voces, que podrían elevarse al unísono, se las oye con frecuencia disentir sobre su legado. Este sublime lugar es a un tiempo su honra y el objeto de sus diferencias. Los israelíes la han erigido como capital del Estado de Israel, mientras que el Estado de Palestina reivindica su parte oriental como su propia capital.


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